Las imágenes de los indios aparecidas en las crónicas hispanoamericanas son muy varias. En la parte de religión, le parece a Cristóbal Colón que los indios son muy domables y inocentes y además no tienen un dios unitario. Al contrario, Hernán Cortés forza a los indios a aceptar a Dios, y los indios se muestran inertes. Un poco diferente a los anteriores Bernal Díaz escribe relativamente más justamente cómo los indios piensan en sus dioses.
En la parte de socioeconomí́a, Colón describe que los indios son muy amigables, a pesar de no tener civilización desarrollada, y sus tierras son abundantes de materias, sobre todo de oro. Cortés mantiene también, en cuanto al oro, igual punto de vista, y los indígenas ofrecen gratuitamente las comidas a los españoles. Pero los españoles sin satisfacción atracan a los indios para arrebatar las comidas. Los indígenas descriptos en la crónica de Cortés aparecen físicamente como personas débiles y también débiles en la potencia de guerra. Las descripciones de Díaz en cuanto a la riqueza material, a la potencia de guerra y a las figuras sumisas de los indios no pueden mostrar otras figuras que las dos cronistas anteriores. Pero a veces varios tribus sueñan con la rebelión para expulsar a los españoles de sus pueblos.
En la parte de política, Colón dice que los pueblos y los vasallos respetan mucho a su rey y le tratan con todo su esmero. Debajo del rey hay nitaynos, jueces o señores, y los pueblos les obedecen también tan maravillosamente. Cortés distingue las sociedades en dos: una que varios caciques mantienen juntos, otra que domina un rey absoluto. Los indios plebeyos de Bernal Díaz, como tampoco se atreven a ver la cara de su rey, muestran igualmente las figuras absolutamente obedientes. Pero este poder absoluto tiene posibilidad de derrumbarse por los vasallos.
En la parte de cultura, Colón casi no comenta de los vestidos de los indios por lo que ellos andan generalmente desnudos. Las comidas de las islas, según Colón, son abundantes, y las casas parecen mucho al alfaneque. Y a veces él suelta ciertas historias fantásticas oídas o leídas. Las ropas regaladas por Moctezuma a Cortés, aunque hechas de algodón, tienen colores muy varios y naturales, y además sus calidades llegan a ser má́s mejores que las de seda. Las comidas mencionadas son maíz, ají, patata, yuca, pollo, pescado, caza, cacao, etc. Una cosa muy sorprendente es vender aguas. Las casas son hechas de cantos y de piedras labradas, y las residencias de los religiosos tienen forma redonda. Aparte de las casas maravillosas, Cortés cuenta de los caminos magníficos, orfebrerías, amates, etc. Además la utopía de él también se conecta con un reino de mujeres. La crónica de Bernal Díaz, aunque tiene un volumen muy bueno, lleva muy pocos cuentos relacionados con las culturas cotidianas de los indígenas. Acerca de los vestidos cuenta sólo de mastates, naguas y ropas de venado. Tampoco podemos encontrar muchas historias relacionadas con las comidas y las casas. Pero un poco más cuenta de los templos y los amates.